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Parálisis cerebral: un trastorno sensoriomotor

Durante mucho tiempo, la función motora se ha interpretado literalmente considerando “puramente” las vías motoras, lo que ha llevado a que trastornos del desarrollo como la parálisis cerebral clásicamente se hayan considerado como trastornos motores (al menos primarios). 

Esto se debe a que inicialmente el sistema motor se ha considerado completamente distinto y diferenciado del sistema sensorial.  Un ejemplo de ello, lo vemos en el mapeo que realizó el Dr. Penfield del cerebro, en el que situó la función motora y sensorial por separado en todo el cerebro. 

Sin embargo, basarse en esta segregación anatómica únicamente es un error, ya que hoy en día sabemos que, por ejemplo, la corteza motora primaria incluye un conjunto de neuronas correspondientes a la mano que depende de la retroalimentación sensorial, participando de esta manera en interacciones sensoriomotoras complejas.

Así mismo, también encontramos que el tracto corticoespinal modula directamente las aferencias sensoriales al nivel de la médula espinal, lo que es importante para la correcta ejecución de los movimientos. De igual forma, muchas otras estructuras del sistema nervioso central que contribuyen directamente al control motor (en la corteza, los ganglios basales, el cerebelo y la médula espinal) dependen en gran medida de la información sensorial que proporciona la retroalimentación sobre el entorno y el desempeño de la tarea, o de las representaciones sensoriomotoras.

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Hoy en día, mediante diferentes investigaciones se ha establecido y documentado ampliamente el conocimiento de estas relaciones neuroanatómicas y neurofisiológicas entre el sistema motor y el sistema sensorial, lo que ha llevado a establecer que el comportamiento motor está regulado por una red sensoriomotora integral y ampliamente distribuida. 

Sin embargo, el vocabulario que usamos en la práctica clínica para describir y categorizar las alteraciones del movimiento y la postura aún pone un énfasis exclusivo en las características motoras más que en las sensoriomotrices. Esto posiblemente es lo que lleva a dejar en un segundo plano la importancia de la entrada sensorial y la integración sensoriomotora, 

También cabe señalar que la terminología tiene una gran influencia en cómo observamos y pensamos. Un ejemplo de ello es por ejemplo la distinción establecida entre el término sensación (registro de estímulo) y percepción (interpretación).  Esta distinción por ejemplo a nivel visual ha ayudado a reconocer y abordar la discapacidad visual cerebral de manera mucho más útil.

En base a esto, resulta importante plantear el hecho de que cuando tratamos de comprender el funcionamiento de un individuo con parálisis cerebral, se debería prestar  una cuidadosa atención a cómo se desarrollan su percepción y su sensación somática, y cómo esto se relaciona con la postura y el movimiento.

La definición propuesta por Rosenbaum et al. de la parálisis cerebral menciona los trastornos tanto de la sensación como de la percepción como trastornos que pueden acompañar al trastorno del desarrollo del movimiento y la postura. Sin embargo, actualmente se empieza a plantear si estos trastornos podrían ser unas de las consecuencias directas de la lesión cerebral. El hecho de plantear la parálisis cerebral como un trastorno sensoriomotor, en lugar de uno motor con alteraciones concomitantes (en la sensación o percepción entre otras), podría contribuir a diseñar y evaluar intervenciones para personas con PC con mayor eficacia.

Un reciente estudio, ha informado que los niños con PC clasificados en los niveles I, II y III de la GMFCS muestran dificultades de procesamiento relacionadas con los sistemas sensoriales en comparación con los datos normativos, encontrándose que las principales dificultades están relacionadas con la posición del cuerpo (propioceptivo) y el movimiento (vestibular). Esta información nos permite una mejor comprensión de sus experiencias sensoriales y sus dificultades de procesamiento que podrían afectar la forma en que se relacionan con su entorno.

Respecto a las intervenciones, hasta la fecha ha habido muy pocos estudios de calidad, por lo que aunque se han sugerido varias intervenciones para proporcionar estimulación somatosensorial a niños o adultos con parálisis cerebral, las cuales incluyen tareas de reconocimiento que involucran texturas, formas geométricas u objetos domésticos comunes, ejercicios de fuerza, masajes, vibraciones o el uso de prendas de corrección postural, por el momento no hay datos concluyentes. 

En base a todo esto parece importante seguir avanzando en el examen clínico y las intervenciones dirigidas a los niños con parálisis cerebral considerando el papel fundamental que parece jugar el sistema sensorial junto al sistema motor. 

 

Alicia 2Por Alicia Manzanas García, fisioterapeuta postgraduada en pediatría y actividad física adaptada desde 1999, por la Universitat Autònoma de Barcelona y la Universitat de Barcelona, Máster en Psicología, Salud y Calidad de Vida, por la Universitat Oberta de Catalunya. Docente en la Universidad Internacional de Catalunya en Grado, Postgrado y Máster de Fisioterapia en Pediatría desde 2004. Directora de efisiopediatric.Docente de los cursos dirigidos a las extremidades inferiores y marcha (+ info)

 

Fuente de la información

Dan B. Cerebral palsy is a sensorimotor disorder. Dev Med Child Neurol. 2020 Jul;62(7):768.

Fuente de la imagen

  1. https://www.researchgate.net/figure/Original-illustration-of-the-sensory-homunculus-by-Wilder-Penfield_fig2_253614317